Reflexión basada en el Salmo 3:3 “Pero tú, Señor, eres el escudo que me protege; tú eres mi gloria; tú mantienes en alto mi cabeza.”
Tal vez hoy estás atravesando un momento difícil. Quizás sientes que tu situación no tiene salida, que las fuerzas se te acaban o que nadie comprende lo que estás viviendo. Si es así, este mensaje es para ti.
El Salmo 3 fue escrito por el rey David en uno de los momentos más oscuros de su vida. Estaba siendo perseguido por su propio hijo, Absalón, quien lo había traicionado y deseaba arrebatarle el trono. Sin embargo, en medio del dolor, la vergüenza y la traición, David no se rindió. Alzó su mirada y recordó algo fundamental: Dios seguía siendo su escudo, su gloria, y quien levantaba su cabeza.
Este versículo nos recuerda que, aunque todo a nuestro alrededor parezca venirse abajo, Dios permanece. Él no cambia. Aún en medio de la angustia, Dios trae a nuestra memoria cómo nos ha librado antes, cómo ha estado a nuestro lado, y nos asegura que seguirá haciéndolo.
👉 Si hoy te sientes como David, humillado o abatido, no olvides esta verdad: para Dios eres único, valioso y profundamente amado. Eres el centro de su atención y el objeto de su cuidado constante. El mismo Dios que te sostuvo en el pasado, lo seguirá haciendo ahora y hasta el final.
Aférrate a sus promesas. Permite que su presencia llene tu corazón de esperanza. La noche oscura pasará, y un nuevo día llegará, lleno de luz, oportunidades y motivos para alabar a Dios.
No estás solo. Dios es tu escudo. Él levanta tu cabeza. Él camina contigo.
Quieres que oremos por ti? Contáctanos!
Siguenos en nuestras redes sociales y ayúdanos a compartir esperanza para otros!